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¿NUESTROS HIJOS NECESITAN PAPÁS SUPERHEROES?

Unknown



Los niños y ahora cada vez más las niñas admiran a los superhéroes y quisieran tener superpoderes y actuar como ellos y nosotros como papás quisiéramos ser sus superhéroes, que los rescatan de las situaciones difíciles, les evitan el dolor y el fracaso, y entre otros, las caídas, golpes, rechazo de sus amigos, problemas cotidianos y muchos más.
Pero no solo queremos ser superhéroes para protegerlos de todo lo que les puede pasar, sino también para que ellos mismos aprendan a ser superhéroes que no lloren, no les duela, sean capaces de enfrentar el fracaso, la tristeza y los retos del camino. Seguimos teniendo una cantidad de herencias en cuanto a la forma como nos educaron (de las cuales muchas son prejuicios), gracias a ellas creemos que nuestros hijos no pueden ver:
·         Que lloramos y estamos tristes.
·         Que no sabemos todas las respuestas.
·         Que no solucionamos todos los problemas.
·         Que muchas veces reaccionamos sin pensar.
·         Que nos equivocamos y debemos pedir disculpas.
·         Que no somos los más saludables (nos gustan los helados y los dulces como a ellos).
Todas las anteriores vistas como cualidades de un “papá superhéroe” … pero realmente lo somos? ¿Somos capaces de asumir estas mal llamadas “cualidades” sin cometer errores, sin equivocarnos? o ¿podemos hacerlo ocultándonos detrás del autoritarismo o la permisividad.?
Si tenemos alma y corazón de superhéroes -super poderosos, increíbles-, tendemos a ocultarnos y caer en extremos peligrosos: o la exigencia por la exigencia o  darles gusto para evitarles el sufrimiento; al final nuestro papel de superhéroes no funciona, en lugar de proteger a nuestros hijos los estamos enfrentando a la frustración al crearles un mundo que no existe.
En cambio que pasaría si alguna vez:
ü  Lloraran delante de sus hijos porque están tristes o frustrados.
ü  Le cuentan que fue un día difícil y porque lo fue.
ü  Son muy fuertes en un castigo o llamado de atención y les piden disculpas.
ü  Tienen una tarde de dulces y helados en exceso.
Realmente no pasaría nada más que estar formando a nuestros hijos en un mundo real, donde equivocarse, expresar las emociones y encontrar la solución a los problemas hace parte de crecer, vivir y aprender, un proceso que deben hacer nuestros hijos y nosotros con ellos y no por ellos.
La invitación es dejar de creernos los superhéroes, para ser papás reales que hemos logrado lo que somos gracias a vivir nuestro proceso, aprender en el camino, caernos y volvernos a levantar, equivocarnos y volver a empezar; siendo conscientes que seguimos en continuo crecimiento; siendo conscientes que nuestros hijos con sus preguntas, crisis y cuestionamientos nos enseñan cada día algo nuevo; con la doble tarea de acompañarlos a ellos en su proceso, estar ahí cuando necesitan un consejo, un cuestionamiento o una reflexión.

AMOR E INDEPENDENCIA: ANTAGONISTAS O ALIADOS

Unknown
Después de unas largas vacaciones, estoy de regreso para contarles todas las experiencias que tuve la oportunidad de compartir y analizar, unas que me cuestionaron mucho y otras de las que aprendí un montón; pero como lo he dicho desde el principio el camino de papás continúa y debemos estar abiertos a aprender de los demás.
Hoy y gracias a una conversación con una mamá que está empezando el camino con su hija de un año quiero contarles mi reflexión  sobre la DIFERENCIA ENTRE DAR AFECTO A LOS HIJOS Y FORMAR INDEPENDENCIA Y AUTONOMÍA EN ELLOS; muchas veces creemos que son antagonistas y que tenemos que elegir entre el amor que le damos a nuestros hijos y la exigencia para formarlos como personas responsables, independientes y autónomas; pero estamos muy equivocados, realmente son aliados y van de la mano,  pues tenemos miles de oportunidades para darles amor a la vez que los formamos en independencia; lo hacemos sin darnos cuenta al jugar con ellos (cuando los enseñamos a cumplir las reglas del juego), al acostarlos y levantarlos (donde les damos la estructura de una rutina cariñosa), al ayudarlos en las tareas (cuando les enseñamos que no importa lo difícil que sea, siempre hay que intentar) y al compartir las comidas (cuando enseñamos modales, a probar cosas nuevas y a compartir un momento especial en familia); pero también al darles oportunidad de expresar sus emociones (cuando les damos espacio para estar tristes, furiosos, pero también felices), acompañarlos cuando comenten errores (donde les enseñamos a aprender de ellos y enfrentar las consecuencias de lo que se hace), cuando les damos la oportunidad de participar en las tareas de la casa o les delegamos pequeñas tareas que pueden cumplir (los hacemos sentir valiosos, importantes y sobre todo grandes, al tiempo que los olemos responsables)
Por todas esas razones dar afecto y darles herramientas para ser independientes y autónomos, son complementarios, lo hacemos día a día y en los momentos que menos pensamos y si lo hacemos con amor, logramos los objetivos juntos.
Nuestros hijos nos necesitan para crecer en amor, afecto, estatura, responsabilidad e independencia y podemos ayudarlos a hacerlo en todos los aspectos a la vez, sin que sean contradictorios, no debemos elegir entre afecto o independencia, podemos amarlos y consentirlos al tiempo que exigirles y darles responsabilidades, solo debemos dejar que el amor por ellos nos guíe en el proceso.


Cuando lo hablé con la mamá que les cuento no lo tenía tan claro, pero ahora que lo escribo lo entiendo !!

ESTAMOS LISTOS PARA LOS MIEDOS Y LAS EMOCIONES QUE VIENEN CON ELLOS….

Unknown
Mi hijo tiene un miedo inexplicable, ante ciertos cambios ( regreso de vacaciones, domingos, regreso de paseos) llora y dice que se siente “raro”, como si no fuera verdad lo que está pasando, yo sentía mucha angustia y más desde mi profesión. La solución era regañarlo y hablarle fuerte, lo cual nunca funcionó y solo incrementaba su miedo …….
 Estamos acostumbrados a decirles a nuestros hijos que no deben tener miedo a nada y nos molestamos cuando lloran por algún miedo que para nosotros es irracional, pero nos preocupamos cuando lo que vemos es ansiedad, angustia, tristeza o rabia ante situaciones que nosotros no creemos peligrosas; es en ese momento donde decidimos buscar ayuda o buscamos analizar que está pasando.
Los miedos de nuestros hijos terminan dándonos miedo porque no sabemos cómo manejarlos, ¿los protegemos cuando dormimos con ellos, cuando les dejamos la luz prendida, cuando evitamos los parques con perros…?  No, no los protegemos evitándoles las situaciones y mucho menos las emociones, los ayudamos si los acompañamos a sentir las emociones que generan sus miedos, los ayudamos estando ahí para ellos, poniéndonos en sus zapatos y ayudándolos a lograr el raciocinio.
En un momento decidí cambiar, enfrentar mi miedo a la angustia de mi hijo, acompañarlo, crear un entorno de amor, comprensión a lo que siente y ayudarlo a sentirse mejor. Y la sensación (para los dos) pasó de ser un monstruo gigante que nos comía a un momento especial de compañía.
Investigando descubrí algunos datos curiosos sobre el miedo y el cerebro:
  • ·         El miedo activa el sistema límbico, totalmente emocional, el cual genera las reacciones emocionales, de huida o ansiedad.
  • ·         Para dar paso a la racionalización y permitir reacciones cognitivas frente al miedo actúa la corteza prefrontal, la cual está en desarrollo en los niños, por esta razón ellos necesitan una persona externa que les ayude a racionalizar los miedos.  El miedo en el cerebro humano: Aina Ávila Parcet y Miquel Ángel Fullana Rivas http://www.investigacionyciencia.es/files/23528.pdf
  • ·         La infancia por ser una etapa llena de cambios y retos,  está más propensa a generar en los niños miedos y ansiedades, ya que no saben cómo actuar ante situaciones que nunca han vivido. Por eso nos necesitan para acompañarlos a superarlos. Ansiedad y estrés en la niñez: El cerebro de niños y adolescentes.http://cerebroniad.blogspot.com.co/2016/12/ansiedad-y-estres-en-la-ninez.html)


Todo este proceso de análisis me ayudó a descubrir que la sensación de “raro” de mi hijo, es una mezcla entre dificultad para asumir los cambios, ansiedad y angustia que solo se soluciona con compañía, comprensión y tranquilidad; que el miedo que a veces sentimos como papás con los miedos de nuestros hijos y tenemos la capacidad de analizarlos desde la razón,  no solo desde la emoción, y nuestro cerebro de adultos puede ayudar a los niños .

¿ESTOY ENSEÑANDO ALGO DIFERENTE A LO QUE DIGO?

Unknown
PENSAR, DECIR Y HACER …. Tenemos como premisa que debemos estar de acuerdo con lo que pensamos, decimos y hacemos, pero es lo más difícil en todos los contextos, cuantas veces no han pensado: mi jefe está abusando de mí, me pone trabajo que no me corresponde, pero al llegar a la oficina nos dice que tenemos que hacer algo más y le decimos si señor con mucho gusto y hacemos hasta lo imposible por entregar el trabajo extra a tiempo, pero eso no ocurre sin quejarnos con unos cuantos compañeros y a otros decirle lo maravilloso que es el jefe.

Cuantas veces no hemos hecho lo mismo como papás, sobre todo al poner normas que no cumplimos, exigir algo que nosotros no hacemos, decimos algo que no cumplimos o ponemos consecuencias pensando en lo que más les duele y no con ser coherentes.
Les quiero compartir hoy algunos ejemplos que me hacen pensar y en los que he sido incoherente como mamá:
·         Si no comes, no ves televisión por una semana.
·         No puedes usar aparatos en la mesa, y yo contestando mensajes importantes del trabajo.
·         Pedir que mientras que coman estén sentados todo el tiempo y nosotros o no nos sentamos o nos levantamos por miles de razones.
·         Cuando nos ponemos furiosos levantamos la voz y regañamos, pero los regañamos por gritar entre ellos o a nosotros.

Y así muchos más, pero mi compromiso desde hoy es ser coherente: establecer consecuencias relacionadas con la situación, apagar los teléfonos desde la hora familiar y al comer, sentarme a comer con mis hijos y no estar corriendo como una loca alistando mil y una cosas y por encima de todo no subir mi oz sino acercarme a ellos y explicarles lo que quiero y espero de ellos.


Hoy empiezo mi camino personal a la coherencia y los invito a hacerlo también.

Y SI NO ESTAMOS DE ACUERDO….

Unknown


Estar de acuerdo como pareja en la educación de los hijos es el sueño más grande que puede tener cualquier familia, pero desafortunadamente solo es eso un sueño…. Porque la realidad es que generalmente no estamos sincronizados y terminamos evidenciando las diferencias delante de nuestros hijos, quienes no saben cómo actuar, a quien obedecer y terminan con su gran inteligencia manipulando para lograr lo que quieren.
Es un hecho que existen y existirán muchas ocasiones en que no estamos de acuerdo con la exigencia, la norma o la forma de llamar la atención, en el momento nos molestamos, pero DESPUÉS NOS CUESTIONAMOS ¿Qué podemos hacer si no estamos de acuerdo? ¿cómo manejamos las diferencias? ¿cómo ser coherentes?
Esta situación de educación TERMINA SIENDO MUY POLÉMICA, y no falta que alguno termine juzgando y usando palabras como:  si hubieras…. Que nos llega a molestar tanto y que, en lugar de mejorar la situación, la lleva a su límite, generando más diferencia, pero después de la tempestad viene la calma y ella es la que nos da la oportunidad de ver las cosas diferentes, REFLEXIONAMOS y nos damos cuenta que, no sacamos nada yendo por caminos diferentes, podremos parecer buenos o malos ante nuestros hijos pero no les estamos ayudando a enfrentar la vida de la mejor manera; pero es muy difícil lograr el autocontrol que tanto le pedimos a nuestros hijos en los momentos  donde sentimos agotadas todas las herramientas y recurrimos al grito, la amenaza y creamos situaciones que estábamos de acuerdo en evitar.
DEFINITIVAMENTE educar a los hijos entre dos o más adultos (papá, mamá, abuelos, familiares) es como preparar una receta cuando los ingredientes son tan diferentes (dulces, salados, ácidos, picantes) y todos deben mezclarse cuidadosamente. Como papás necesitamos tiempo para elegir los ingredientes de los que trae cada uno y descubrir la mejor manera de combinarlos, lograr el mejor acuerdo y la mezcla perfecta para evidenciar ante nuestros hijos el equipo que somos. A veces nos queda salado otras dulce y muchas otras tan picantes que no logramos comerlas
ASÍ QUE EL RETO principal es buscar la coherencia en lo que decimos y exigimos, llegar a acuerdos antes de las situaciones y no en el momento cuando ellas nos abruman… y en caso de emergencia, cuando no sabemos cómo actuar o sabemos que vamos a terminar incumpliendo los acuerdos, lo mejor es ceder el turno, si ya hemos darle  la oportunidad al otro de manejarlo, con seguridad lo hará con mayor tranquilidad.

Al final somos un equipo y como tal tenemos que ayudarnos en la gran tarea de formar a nuestros hijos, no somos perfectos ni buscamos la perfección en ellos, es así como no es malo para nada evidenciar las diferencias ante ellos de manera apropiada “en este momento no estoy de acuerdo con papá, pero vamos a encontrar la mejor manera de solucionar esta situación”, no es malo estar en desacuerdo, es malo desautorizar o invalidar …..

¿NOS SENTIMOS JUZGADOS POR LOS RESULTADOS DE LAS TAREAS DE NUESTROS HIJOS?

Unknown
EL CUESTIONAMIENTO
¿Son las tareas para nuestros hijos o para nosotros? Es difícil decirlo cuando llegamos después de un largo día de trabajo y encontramos cuadernos abiertos y lágrimas esperando, lágrimas por querer estar acompañados o por no entender la tarea y querer explicación; pero otras veces, sobre todo cuando son más pequeños, nos esperan manualidades llenas de creatividad que debemos hacer con ellos, cuentos o dibujos. Pero no es solo lo que encontramos sino lo que queremos lograr: tareas perfectas, de acuerdo a las instrucciones y que al verlas todos sepan lo bien que tu hijo lo hizo.
LA POLÉMICA
¿Lo bien que tu hijo lo hizo o lo bien que lo hiciste tú? Cuántas veces mientras estás en ese momento crítico de explicación, verificar que lo haga de acuerdo a la instrucción y de manera casi perfecta, tu mente se va al futuro a imaginar lo que la profesora diría al ver una tarea con defectos: ese niño no tiene papás presentes, no lo están apoyando como deberían y otras cuantas críticas más para ti como papá… y terminas regañando, borrando o haciéndolo por ellos…

LA REFLEXIÓN
Creo que leer el futuro no es una buena práctica y que como papás contamos con otras habilidades y no con predicciones y análisis de un tiempo diferente al actual. Nosotros ya pasamos por el colegio, la universidad, especializaciones y hasta doctorados, así que la tarea de hacer la figura del triángulo, colorear siguiendo series o reconocer los números no son para nosotros; hacen parte de un minucioso proceso estudiado por pedagogos y diferentes profesionales del desarrollo que determinan que pueden hacer los niños a cada edad y de acuerdo con ellos, definen objetivos, parámetros y tareas.

LA CONCLUSIÓN
Por lo tanto las tareas están hechas para que los niños practiquen, cometan errores, lo hagan varias veces hasta que lo logren, no para evaluar la presencia y el acompañamiento de los papás, ni lo mucho o poco que saben enseñar y mucho menos lo buenos papás que son.
Las tareas las deben hacer sus hijos, unas veces con ustedes y otras solos, pero disfruten el proceso recuerden que, si confunde colores, hace las figuras torcidas o no sabe seguir la serie, es su proceso de aprendizaje y lo que podemos hacer como papás, es ayudarlos a crear oportunidades para practicar, conviértanse en magos para que la experiencia más sencilla y cotidiana sea una oportunidad para jugar y aprender.

EL RETO
Para ser papás tenemos que confiar en nosotros mismos y sentir que somos los mejores papás del mundo, no porque hagamos una tarea perfecta, sino porque motivamos a nuestros hijos para superar las dificultades, aceptar los errores que cometen y ser persistentes.

Es lograr sentarse con ellos, en un momento tranquilo, pedirles que expliquen que tienen que hacer (deben saberlo ellos y no interpretarlo ustedes), ayudarlos a tener todos los materiales listos y a empezar torcido o no es su misión, no la de ustedes.

ESTOY CANSADO…. LA RUTINA RÁPIDO

Unknown

EL CUESTIONAMIENTO
Trabajar es un reto que tenemos que enfrentar día a día, y ahora tanto papá como mamá tenemos que salir temprano y volver al oscurecer para dar a las familias lo que necesitan. Muchas veces llegamos abrumados por la rutina y el tiempo de familia: esposo, hijos, abuelos y demás, se convierte en un compendio de quejas y reclamos sin fin, agotamiento y rutina. Pero tenemos que agradecer a los amigos y familia cercana que, gracias a la tecnología, nos mandan videos y mensajes del tiempo de familia y la calidad de tiempo, y nos hacen pensar ¿cómo tenemos calidad de tiempo y rutinas claras y normas y…. una cantidad de cosas más que hacemos al llegar?
LA POLÉMICA
Rutinas, hábitos, modales, alimentación, tareas, tiempos,  más tiempo de pareja, de familia y si a eso le sumas tiempo extra para el trabajo, llamadas de último momento donde todo es importante y urgente… y tenemos que tener tiempo de calidad, seamos realistas ¿a qué hora o mejor como lo hago?
LA REFLEXIÓN
El trabajo es importante y nos da lo que necesitamos para poder mantener a la familia, pero no genera el crecimiento emocional de los hijos y la familia como tal, no da la fortaleza para enfrentar situaciones difíciles y mucho menos crea vínculos de afecto. Así que, si tenemos que dedicar tiempos especiales, donde necesitamos crear espacios para compartir momentos cotidianos, generar espacios de cercanía emocional y “jugar con nuestros hijos”. Solo esos momentos nos fortalecen como familia.
LA CONCLUSIÓN
Calidad de tiempo es volver especiales los momentos que compartimos como familia, sean de comida, organización, rutina, todo lo podemos convertir en espacios para crear vínculos especiales; depende de nosotros como papás y nuestra creatividad para poner la magia en los espacios que hacemos todos los días.
Les comparto algunas ideas que pongo en práctica por si la creatividad no es lo de ustedes: La comida un momento especial donde hablamos de emociones, nunca más preguntar el típico y odioso ¿cómo te fue? Ahora contamos anécdotas divertidas, aburridas, lo que cada uno quiera compartir; el momento de ordenar como concurso con puntos redimibles en tiempo de familia; actividades divertidas para ponerse la pijama caminando como diferentes animales; leer un cuento juntos antes de dormir. Y así muchas más….

EL RETO
Empezar… si al llegar del trabajo inventamos los 5 minutos más divertidos, donde podamos descargar el agotamiento del trabajo y conectarnos con nuestros hijos, para empezar las rutinas de una manera tranquila y lograr una respuesta emocional positiva de todos. Y… al llegar temprano jueguen juntos, compartan juegos de mesa o actividades propuestas por los niños.

De esos momentos especiales depende la conexión; de la conexión la forma de enfrentar los retos y dificultades; de la forma de enfrentar los retos y dificultades la capacidad de responder a la presión de grupo y de esta la habilidad de ser quien eres y respetarlo.

NIÑOS CON PADRES PRESENTES, ADULTOS MAS SEGUROS

Unknown
El día a día de una casa de familia, transcurre entre la cotidianidad y las rutinas que muchos pueden tildar de aburridoras pero que quienes estamos en ella, sabemos que los niños las necesitan para poder encontrar un norte claro y conocer también el manejo del universo, mientras ellos exploran por su parte millones de otros aspectos.
Los hijos, son en gran parte una carga genética de sus progenitores, pero ellos también merecen el crédito de apropiarse de gustos y de experiencias propias, en donde los padres podemos orientar pero no interferir. Para estar presentes en su vida, en sus recuerdos y orientarlos, necesitamos dedicarles tiempo. Pero nuestro tiempo no puede ir de la mano con el celular mientras revisamos el WhatsApp o escribimos un mail, necesitamos estar con ellos en cuerpo y mente, para que sientan que valoramos sus ideas, sus emociones y atendemos a sus necesidades por minúsculas que parezcan. Con esto no digo, que debemos ser padres o madres sin vida propia, que solo respiran y viven por sus hijos, solamente creo firmemente que no se puede atender a dos momentos al mismo tiempo; los niños necesitan tiempo de calidad, tiempo de verdad.
Cuando veo a mi hija de 5 años, con la cual he estado desde que nació, decisión propia apoyada por mi pareja, experimento lo que significa estar en su proceso de crecimiento, enseñarle a probar sabores en las diferentes comidas del día, ver sus primeros pasos y leerle sus cuentos favoritos dependiendo la edad o el momento que atraviese, esto no deja de lado el papel del padre quien a estado comprometido con la crianza desde el día que se concibió. Obvio, el sale a trabajar desde temprano, pero evidencio su compromiso, cuando a las 5 de la tarde, se entrega a la familia en cuerpo y alma, se despoja del celular y disfruta de las historias de Antonia en el colegio, de sus experiencias en el parque a la hora del recreo o sencillamente cuando le da un abrazo porque algo no salió como ella esperaba.
Acompañarla en sus juegos, en sus experiencias o simplemente apoyarla desde lejos, siempre atentos de su bienestar, nos ha permitido involucrarnos en su vida, conocerla y permitirle también desarrollar sus gustos, aprender a jugar sola y a compartir con otros niños de su edad o de una edad mayor, atender sus necesidades cuando se siente desorientada o ver desde la barrera como soluciona sus problemas de adaptación al jardín, colegio o espacio nuevo que pisa.
Los hijos, son como dice la canción de Presuntos Implicados, nuestro pequeño tesoro, que al igual que cualquier mamífero, necesita de cuidados y de independencia de acuerdo a su edad, pero que mejor que ir de la mano de sus padres conociendo el mundo y lo maravilloso que este contiene, forjando memorias de lugares, sabores y olores y recreando una personalidad que esta en constante formación.
Disfrutar en familia nos ayuda a fomentar la comunicación, crear lazos que se fortalecen a través del tiempo y que nos ayudaran a enfrentar la adolescencia, sin llegar a ella como seres extraños en la vida de nuestros hijos. Los padres somos los pilares primarios, el referente primordial en los primeros años de vida, así que si nos permitimos disfrutar del tiempo juntos, creamos canales de comunicación y les validamos sus sentimientos y pensamiento, estaremos criando niños seguros y amorosos, niños con limites y con respeto por los demás.
Abramos el espacio del juego y démonos el tiempo necesario para aprender a compartir con nuestros hijos, les puedo asegurar que en un tiempo recogeremos el fruto de lo sembrado en los primeros años.

Laura Cruz

Magister en Literatura y mamá de Antonia

¿CUÁNDO DEJAMOS DE ESTAR PARA ELLOS, NOS ABURRIMOS DE JUGAR?

Unknown
Hoy quiero compartir algo diferente y no quiero ser yo quién lo analice, quiero que sean ustedes, pues a mí como mamá me generó un choque de emociones encontradas, pues a pesar de trabajar todos los días en ser mejor, sigo cometiendo errores, errores que no sabía dejaban en los niños un dolor tan grande.
Les comparto apartes de una carta que me dictó un niño de 6 años con el que trabajo, después de varias sesiones de  tratar de entenderlo. A él, le cuesta expresar sus emociones, sus reacciones son muy agresivas y las pataletas son constantes con sus papás. Cuando le pregunté que podemos hacer para que la relación con sus papás sea diferente, me dijo que una carta y esta la construyó en varias sesiones:

Queridos papás……. Me encanta ser su hijo …
No hubiera podido pedir unos mejores papás, los veo tan grandes, tan fuertes que quiero ser como ustedes. Todo el tiempo los miro y me gusta la forma en la que le hablan a los demás, como ayudan a otros y trabajan para darnos todo.
Cuando llego del colegio solo quiero verlos y contarles lo que hice, hacer las tareas juntos y que jueguen conmigo, pero sé que están muy ocupados y que solo cuando empieza a oscurecer puedo estar con ustedes, quisiera que trabajaran menos y llegaran de día, porque cuando llegan, llegan cansados a ver tele, leer algo o mirar el celular, luego la rutina, comida, pijama y se acabó.
Los extraño, extraño los juegos de cosquillas y escondidas contigo papá, inventar juegos y leer contigo mamá, pero no los molesto porque sé que están cansados. Muchas veces los miro y quiero adivinar que piensan, me gustaría que me contaran como les fue en el trabajo y contarles el mío y hacerlos sonreír después de verlos tan cansados; me gustaría oír cuanto me quieren y decirlo también, pero todo es muy rápido y no tienen tiempo.
Se que las rutinas son importantes, debo organizar, comer, alistarme y dormir temprano para ir al colegio feliz, pero que tal si armamos un espacio especial donde podamos compartir y jugar, aunque sea un ratico; me aburre la televisión, pero es lo que me distrae y me hace olvidar cuanto los extraño, por eso peleo cuando ya debo apagar, pero también porque necesito su atención y te confieso que lo logro gritando o con pataletas.
Pero yo sé que podemos ser diferentes, sé que en el fondo detrás del trabajo y la ocupación están los papás que quieren estar conmigo y disfrutar los juegos juntos, ¿lo quieren hacer conmigo?

¿Por qué no tenemos tiempo para ellos, cuando nos cansamos de agacharnos para jugar, estamos tan “ocupados” como para no dedicarles tiempo en lo que más les gusta: jugar? Acaso dejamos de estar para ellos...

¿CUÁNDO SE ABURRIERON DE JUGAR?

Unknown

EL CUESTIONAMIENTO
Por qué los niños ya no juegan, no son creativos y todo el tiempo preguntan ¿ahora que hacemos, cuando no están frente a un aparato electrónico?
Es cierto que la tecnología ha tenido grandes avances en pro de facilitar el aprendizaje y crear para los niños un entorno lleno de posibilidades, sin embargo, creo que como papás estamos dejando que esto se convierta en el único medio de diversión en los niños y por eso los niños ya no saben jugar.
Si nosotros fuimos niños y vivimos experiencias especiales de juegos creados, ¿por qué dejamos que nuestros hijos tengan una experiencia tan diferente?
LA POLÉMICA
Existen muchas habilidades que queremos desarrollar en los niños para que logren ser exitosos en un mundo cada vez más competitivo, habilidades que creemos cubiertas con los avances en tecnología: juegos de ipad, video juegos, robots; pero no es así, cada día se llenan los consultorios de terapeutas ocupacionales, fonoaudiólogas y psicólogas de niños que no juegan, y terminan incrementándose las  dificultades de aprendizaje, sensoriales y emocionales.
¿Dónde quedó el juego en el parque, poder ensuciarse, saltar con la golosa, el caucho, correr y armar con el yermis….olvidado detrás de la tecnología y el sedentarismo?
LA REFLEXIÓN
¿Tenemos que esperar que nos remitan a una valoración de algún especialista que nos recuerde, “jugar”, compartir con nuestros hijos, darles la posibilidad de explorar su entorno, de descubrir sus talentos a partir del juego?
Creo que podemos ayudar a los niños desde muchas perspectivas, es más podemos ayudarlos recordando lo que hacíamos cuando éramos niños y compartiéndolo con ellos, dejando de ser papás sedentarios y que todo lo delegan en los aparatos electrónicos, para pasar a ser papás que corremos creamos y construimos con nuestros ellos.

LA CONCLUSIÓN
“El juego es la base fundamental para el desarrollo de habilidades”, muchas veces no nos damos cuenta de que los juegos dan la posibilidad de socialización, creatividad, la solución de problemas y el desarrollo del lenguaje; no esperemos que el juego sea reemplazado por un ipad que les da toda la información y que no saben aplicar en un contexto.

EL RETO
Dejemos de ser adultos aburridos para enseñar a los niños a jugar, no hay abuelo o papá que no recuerde las salidas al parque, las relaciones con amigos y los miles de juegos compartidos en la infancia. Convirtámonos en profesores creativos para hacer que cosas tan aburridas como las tablas de multiplicar de memoria o el aprendizaje de poesías sea activo y emocionante.

Y teniendo en cuenta temas anteriores conectémonos con la emoción de los niños, para ellos nunca hay un día igual a otro, siempre crean y construyen cosas nuevas, construyamos talentos y porque no, encontremos nuestra propia emoción más allá de la rutina, las responsabilidades; conectémonos con el niño interior que tenemos y no esperemos llegar a las interminables terapias de nuestros hijos para recordar que nosotros también fuimos niños.






¿DÓNDE DEJAMOS A LAS EMOCIONES?

Unknown
EL CUESTIONAMIENTO
En mi ejercicio como psicóloga y siendo herramienta para cambiar la vida de niños y familias, he encontrado algo preocupante, algo que como adultos olvidamos o subvaloramos y hoy me siento a reflexionar con ustedes, cuestionándome si como adultos nos estamos equivocando y estamos llevando a nuestros hijos a un mundo donde está mal expresar las emociones, donde solo queremos verlos felices, obedientes y tranquilos; y castigamos o establecemos consecuencias cuando expresan rabia, tristeza, miedo.
Las familias llegan buscando apoyo para miles de situaciones externas: dificultad para relacionarse de manera positiva, problemas de aprendizaje y comportamentales, que afectan a los niños en los diferentes ámbitos donde se encuentran, llegan creyendo que solo los niños necesitan ayuda; sin embargo, de fondo se encuentran emociones contenidas que no se han podido expresar y una cultura familiar que debe ser cambiada.
LA POLÉMICA
¿Por qué creemos que solo las emociones positivas se deben dejar fluir en los niños? ¿Le tenemos miedo a las emociones? ¿Por qué nosotros como adultos si podemos sentirnos furiosos, tristes y con miedo pero los niños no?
Yo como ustedes no quiero ver a mis hijos furiosos, tristes o con miedo; siento que es mi misión como mamá evitarles el dolor y el sufrimiento, sin embargo el mundo de las emociones completo con todos los matices, es el que les va a permitir crear, ser capaces de resolver problemas y dar de si mismos a los demás.
Es fácil de decir pero muy complicado de poner en práctica y de nuevo nos  cuestionamos: corregir o dejar fluir, exigir o dar permiso de sentir, ser neutro o sentir con ellos.

LA REFLEXIÓN
Estuve trabajando con mis pequeños pacientes dos cuentos que me cuestionaron en mi labor como mamá: la rabieta de Julieta y el monstruo de colores; si los leen se dan cuenta de dos puntos importantes:
1.    No solo hablando fuerte y estableciendo consecuencias logramos calmar una pataleta. El papá de Julieta lo logró tomándola de un pie y solo con el contacto Julieta se sintió mejor. Luego no quedó atrás la reflexión.
2.    Nuestros niños tienen una mezcla de emociones peor que la del monstruo de colores y  ya no saben ni que sienten, viven confundidos y como adultos no los ayudamos.
Es así como me pregunto que podemos hacer en casa para que los niños reconozcan las emociones, les demos permiso de sentirlas y así evitar situaciones escolares y familiares donde necesiten a un tercero para manejarlas.

LA CONCLUSIÓN
Tenemos mucho que hacer por y con nuestros hijos:
1.    Seamos papás de carne y hueso, papás que sienten, lloran y sienten rabia, no ocultándonos, demos permiso a nuestros hijos de vernos como seres humanos, no como una especie de Superhéroes espaciales.
2.    Expliquémosles lo que sentimos y porque lo sentimos, abramos espacios de familia para hablar de emociones, dejemos de preguntar ¿cómo te fue? Para preguntar ¿cómo te sentiste?
3.    Cuando nuestros hijos estén furiosos, tristes o en pataleta leamos lo que sienten e interpretemos en palabras, digamos “sé que te sientes triste, furioso, cuando estés más tranquilo hablamos” y darle su espacio.
EL RETO
Abramos la puerta de las emociones, demos la oportunidad a nuestros hijos de vivir sus emociones sin negarlas ni esconderlas. Seamos ejemplo, ellos no nos necesitan como papás tranquilos y felices siempre, necesitan entender la tristeza, el miedo y la rabia a partir de nosotros y lo que vivimos.
Cuidemos siempre esa relación de cercanía, intimidad y comunicación con los niños , compartamos nuestras emociones sin que ellos terminen siendo el lugar donde las depositamos.

BIBLIOGRAFÍA

Lucila Rosa Mejía Londoño “Emociones” 2016

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